8 DE MARZO: IGUALAR PARTICIPACIÓN PARA IGUALAR OPORTUNIDADES

Escribe: * Dra. Mónica Xavier

Una verdadera democracia no admite exclusiones. La consagración de derechos representa definiciones ideológicas. Coherente a ello los derechos de género no son una excepción.

 

El 8 de marzo se conmemora el Día de la Mujer. A nivel mundial es una fecha que denuncia las desigualdades y violencia de género existentes, así como también sirve para amplificar las luchas que para abatirlas se llevan adelante. Nuestro país no es una excepción ya que – tal como recuerda la convocatoria a la movilización que realiza Cotidiano Mujer, siete de cada diez mujeres uruguayas sufre violencia de género, en 2016 hubo más de 25.000 denuncias por violencia doméstica; en lo que va del año se han confirmado seis femicidios -que, presumiblemente, terminen tipificándose ocho-, expresión última de una violencia estructural patriarcal que se manifiesta de múltiples formas; el 65% del trabajo femenino no es remunerado, del 35% del trabajo asalariado las mujeres cobramos un 80 % del salario de un hombre en igual tarea e igual formación; es absolutamente desigual la presencia de las mujeres en los máximos organismos de gobierno  – aunque el gabinete esté conformado por el mayor número de mujeres que se registra – y en los principales lugares de decisión; en el Parlamento menos del 20 %, en la Corte Suprema tan solo una mujer de cinco miembros.

Cada una de estas desigualdades se agrava por la clase social, territorio, raza, etnia, edad, orientación sexual, identidad de género y por estar en situación de discapacidad.

Son datos que configuran una dura realidad, que, a pesar de ello,  tampoco deben negar los avances de los gobiernos progresistas hacia una “ciudadanía sustantiva” – tal como define Marshall[1]-. Así queda demostrado por la aprobación de leyes para la igualdad de derechos y oportunidades entre mujeres y hombres.

Ejemplos de ellas: ley de cuotas; ley de acoso sexual; ley de subsidio por maternidad y paternidad; ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo; ley de reproducción humana asistida, ley que prohíbe solicitar certificado de embarazo para ingresar a un trabajo o lograr ascensos; ley de matrimonio igualitario; ley de Sistema Nacional de Cuidados.

 Estas leyes reafirman que se está transitando el camino hacia la inclusión. Para profundizar este camino se debe consagrar el derecho de la mujer a la equiparación a nivel parlamentario. ¿Por qué? Porque cuando más del 50 % de la población está sub-representada la democracia no cumple con su esencia.

Además porque “hay evidencia de que cuando hay más mujeres en espacios de decisión, hay más posibilidades y hay resultados que muestran que las políticas benefician mucho más a las familias, a las mujeres y a la sociedad en general”, tal como afirma la directora ejecutiva de Oxfam Internacional, Winnie Byanyima. Quien añadió que “cuando las mujeres están en el parlamento, promueven mucho más legislación a favor de las mujeres; cuando hay suficiente representación de mujeres en los parlamentos, hay derechos de los niños que son cuidados, y cuando están las mujeres en niveles de poder, hablan también por los derechos y las necesidades de las comunidades, porque están más cerca de la vivencia de sus necesidades”.

Avanzar implica entender que esto no es una lucha de mujeres contra hombres. Ganar la batalla contra la discriminación nos convoca a todas y todos quienes luchamos por un mundo sin exclusiones ni violencia. 

[1] T. H. Marshall, Ciudadanía y clase social

*Médica Cardióloga, Senadora de la República, Secretaria General del Partido Socialista de Uruguay.